¿Te diste cuenta de que últimamente ser hombre es un pecado?
¿Que si hablás fuerte, liderás o mostrás seguridad, te acusan de “machista”?
¿Que te quieren dócil, sumiso, emocionalmente desarmado y eternamente culpable?
No es casualidad.
Es diseño.
La cultura woke (esa que grita inclusión pero censura la verdad) nos quiere blandos.
Y si no levantamos la voz, nos van a silenciar.
Este artículo no es para agradar.
Es para despertar.
¿Qué es lo woke y por qué es un problema?
Lo woke nace como una idea de justicia social: igualdad, respeto, inclusión.
Hasta ahí, todo bien.
El problema es cuando eso se convierte en una religión extremista donde todo se ofende, todo se censura, y todo lo masculino se ataca.
Hoy:
No podés hacer chistes.
No podés tener opinión fuerte.
No podés decir que sos hombre sin “revisar tus privilegios”.
Nos quieren castrados emocional y mentalmente.
Y muchos están cayendo sin darse cuenta.
El plan es simple: debilitar al hombre, destruir la base
La figura del hombre antes era sinónimo de protección, dirección y fuerza.
Hoy la quieren reemplazar por una caricatura emocional, sin columna vertebral ni voz propia.
¿Por qué?
Porque un hombre firme no se deja manipular.
No consume cualquier basura.
No se arrodilla ante discursos baratos.
No es un peón: es un líder.
Un hombre fuerte molesta.
Porque un hombre fuerte inspira.
El hombre alfa no se disculpa por ser quien es
No pedimos permiso para ser hombres.
No vamos a bajar el volumen.
No vamos a llorar porque nos digan “tóxicos” por tener carácter.
¿Te gusta entrenar fuerte? Está bien.
¿Te gusta liderar y tomar decisiones? Perfecto.
¿Te gustan las mujeres femeninas y te asumís como protector? Sos libre de eso.
No tenés que explicarte.
No tenés que pedir perdón por tener esencia.
Resistir no es odiar, es no traicionarse
Resistir la cultura woke no significa odiar a otros.
Significa no traicionarte a vos mismo.
Podés respetar a todos sin borrar tu identidad.
Podés convivir con otras formas de pensar sin rendirte.
Pero lo que no podés hacer es:
Fingir que no te importa.
Ceder ante cada ataque “progre” para evitar discusiones.
Silenciar tu masculinidad por miedo al juicio.
Eso no es respeto. Eso es rendición.
¿Cómo resistir sin caer en la trampa?
Fortalecé tu mente.
Leé, cuestioná, formá criterio.
La ignorancia es el primer paso hacia la esclavitud mental.
Rodeate bien.
Hombres fuertes generan otros hombres fuertes.
Buscá tribus, comunidades, ideas que te eleven, no que te debiliten.
Decí lo que pensás.
Con respeto, pero con firmeza.
El silencio alimenta la censura.
Viví con códigos.
No necesitás que la cultura te diga quién ser.
Vos ya lo sabés.
Lo woke nos quiere blandos.
Nos quiere sin voz, sin presencia, sin raíces.
Pero nosotros no fuimos hechos para agachar la cabeza.
Fuimos hechos para proteger, crear, liderar, desafiar.
Ser hombre hoy es un acto de rebeldía.
Y resistir es nuestro deber.
No por nostalgia.
Por dignidad.